martes, 22 de junio de 2010

Antonio Machado


Sevilla 1875-1939

(Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión lírica del ideario de la Generación del 98. Hijo del folclorista Antonio Machado y Álvarez y hermano menor del también poeta Manuel Machado, pasó su infancia en Sevilla y en 1883 se instaló con su familia en Madrid.
Se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en otros institutos madrileños. En 1899, durante un primer viaje a París, trabajó en la editorial Garnier, y posteriormente regresó a la capital francesa, donde entabló amistad con R. Darío. De vuelta a España frecuentó los ambientes literarios, donde conoció a J. R. Jiménez, R. del Valle-Inclán y M. de Unamuno.
En 1907 obtuvo la cátedra de francés en el instituto de Soria, cuidad en la que dos años después contrajo matrimonio con Leonor Izquierdo. En 1910 le fue concedida una pensión para estudiar filología en París durante un año, estancia que aprovechó para asistir a los cursos de filosofía de H. Bergson y Bédier en el College de France. Tras la muerte de su esposa, en 1912, pasó al instituto de Baeza.
Doctorado en filosofía y letras (1918), desempeñó su cátedra en Segovia y en 1928 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Al comenzar la Guerra Civil se encontraba en Madrid, desde donde se trasladó con su madre y otros familiares al pueblo valenciano de Rocafort y luego a Barcelona. En enero de 1939 emprendió camino al exilio, pero la muerte lo sorprendió en el pueblecito francés de Colliure.

A un viejo y distinguido señor
Te he visto, por el parque
ceniciento
que los poetas aman para llorar,
como una noble sombra vagar,
envuelto en tu levita larga.
El talante cortés,
ha tantos años compuesto de una fiesta en la antesala,
?¡qué bien tus pobres huesos ceremoniosos guardan!?
Yo te he visto, aspirando distraído,
con el aliento que la tierra exhala ?hoy,
tibia tarde en que las mustias hojas húmedo viento arranca?,
del eucalipto verde el frescor de las hojas perfumadas.
Y te he visto llevar la seca mano a la perla que brilla en tu corbata

A un olmo seco

Al olmo viejo,
hendido por el rayo y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero!
Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores que guardan el camino
y la ribera, habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera va trepando por él,
y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe,
olmo del Duero, con su hacha el leñador,
y el carpintero te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino y
tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia
de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario